11 de abril de 2009

El gentilicio español

El gentilicio “español” es un elemento extraño en la lengua español. No hay otro gentilicio que termine en “ol”. Recuérdese que gentilicio es el adjetivo que marca el lugar geográfico de origen o nacionalidad de una perdona. Son gentilicios: madrileño, gerundense o alemán.

En los inicios de la filología hispánica se decía que “español” venía de “españón” que ya se documentaba en el
Poema de Fernán González. Los expertos decían que se asemejaba a otros gentilicios como “borgoñón” o “bretón”. Se creía que la “n” final se había trocado en “l”, lo cual no era muy común pero se había documentado algún caso similar.

Pero hubo quien argumentó que no parecía lógica esa evolución si en español se mantenían formas como “sabañón”, “cañón” o “piñón”. De forma que el origen se revisó y se pensó en una forma hipotética que existiera en el latín vulgar. Algo así como: “hispaniolus”. Recuérdese que el latín vulgar no es un latín mal hablado sino la forma de denominar al latín que hablaba la gente corriente en contraposición al latín escrito.

Más tarde, se apercibieron de que “hispaniolus” tendría que haber dado una forma como “españuelo”. De igual modo que “aviolus” dio “abuelo”. Además, se vio que el sufijo latín “olus” se usaba para diminutivos y no para gentilicios. Por esa razón existe en español: “jovenzuelo” o “chicuelo”.

Por lo tanto, hubo que comenzar a pensar que “español” provenía de alguna lengua romance que hubiera usado el sufijo “olus” para hacer gentilicios en abundancia. Se pensó en la lengua occitana. Para simplificarlo mucho: el occitano es el francés que se hablaba en la Edad Media al otro lado del Pirineo. Y que se sigue hablando, aunque el único idioma oficial en Francia es el francés. También se denomina provenzal a esta lengua que habría dado “español” porque se considera que el provenzal sería un dialecto del occitano.

Sea como fuere, se vio que en toda la zona que está en Francia al norte de Cataluña –el Languedoc y el Rosellón- había mucha documentación que registraba “español”. Además, en la región había muchos gentilicios que terminaban en “ol”. De modo que “español” es un término provenzal al igual que lo son “homenaje” “hereje” “monja” “bedel” o “gabacho”.

El gentilicio tuvo que llegar con la inmensa cantidad de francos que entraron en España durante la Edad Media. Se registra en documentos aragoneses de 1129 y en documentos catalanes de 1192. Lo curioso fue comprobar que “español” estaba en documentos castellanos en 1194, antes que “españón” que no se registraba hasta 1240. Con lo que no era posible que “español” viniese de “españón”.

Como cuenta el maestro
Rafael Lapesa en su obra clásica “Historia de la Lengua Española”, el arraigo del gentilicio “español” se debió a que venía a llenar un vacío. La historia de España es tan atribulada que sus habitantes no tenían un gentilicio que los agrupase. La invasión musulmana supuso que muchos hispanos huyesen a la actual Francia y quizá a ellos se aplicó la denominación en primer lugar. La primera distinción que se hizo en la Península entre moros e hispanos fue basada en motivos religiosos. Los hispanos se llamaban entre sí “cristianos” para diferenciarse de los moros.


Una vez que la Reconquista hubo comenzado y las fronteras se asentaron, el término se hizo común en la zona francesa del Languedoc y el Rosellón para denominar a los cristianos que se hallaban al otro lado de los Pirineos. Sabiendo que la mayoría de los cristianos que había en esa zona eran catalanes y debido a varios documentos hallados en Urgel y en Poblet que registran textos como “Guillem Español”, se puede afirmar con bastante rigor – y con esas retorcidas ironías que tiene el destino- que los primeros cristianos de la Península Ibérica a quienes se llamó “españoles” eran catalanes.