16 de mayo de 2009

Colegialas y viagra


Tras el anuncio hecho por una de las ministras del Gobierno de España de que la píldora del día siguiente –“después” es un adverbio con lo que es más correcto “siguiente”- se dispensaría en farmacias sin objeción ni receta, para que cualquiera pueda comprarla sin impedimento legal, un señor que decía ser médico dejó este comentario en una bitácora:

"Esta es mi primera incursión en este blog. Quería hacer un comentario acerca de la noticia de esta mañana sobre el progresivo acercamiento a la venta de la píldora del día después en los quioscos y supermercados. He de añadir que soy médico de atención primaria. Lo admito: he de reconocer que una de las cosas que más me 'fastidian' cuando estoy de guardia es esas chiquillas (acompañadas o no) que vienen de madrugada solicitando la famosa gragea y me despiertan. Las noches de los fines de semana son especialmente dadas al tema. Es realmente fastidioso. Y los pobres no tienen la culpa porque, al parecer siempre usan preservativos que se rompen. Habría que consultar con los fabricantes por qué se fabrican condones tan defectuosos. Alguna chica te confiesa que se les fue la cabeza y no usaron, pero son las menos. Esas me caen hasta bien por su sinceridad. Total, sólo hacen lo que ven en las pelis, las pobres. Yo les advierto sobre las enfermedades de transmisión sexual pero no parece importarles demasiado. Quieren la pastilla y ya está. Pues están de suerte porque en breve no tendrán que soportar mis molestos consejos médicos sobre prevención. Entiendo que, a esas edades, resulta un auténtico coñazo, claro. Pues, nada, intercambiamos un vistazo al DNI por la píldora de marras y todos contentos.
Les juro que todo esto de madrugada, muerto de cansancio de la guardia, me resulta realmente deprimente. Pero ni remotamente tan deprimente, tan desconsolador, tan, tan irresponsable, tan ofensivo y tan decepcionante como el hecho de que ya no seamos necesarios para intervenir en semejante acto médico. ¿Ya nadie va a valorar la indicación y contraindicación, sopesar interacciones con otros medicamentos, informar de los posibles efectos secundarios ni registrar en la historia clínica de la paciente que esa es la 5ª vez en 4 meses que usa la píldora postcoital?
Lo dicho, que en breve, la píldora, en los quioscos, entre los gusanitos, las gominolas y el regaliz, con dos sorprendentes sabores: frasa ácida y mango.¿Y por qué dar tantos y tan molestos paseos al quiosco? ¡Llévate a casa las cajas de 6 y 12 unidades! Esto no es una cortina de humo ni un Mc Guffin (no sé si se escribe así). Esto es una auténtica irresponsabilidad sanitaria que distrae y ahorra un dinerillo. El chocolate del loro. Un saludo."


Lo que no se entiende es que las mismas camaradas socialistas de la ministra del Gobierno de España se escandalizan porque una
discoteca malagueña ofrecía una copa gratis a las niñas que fueran vestidas de colegialas. De igual modo que pusieron el grito en el cielo cuando una discoteca granadina hacía subastas de chicas con dinero del Monopoly. No se entiende que las mismas chicas que son tan responsables al ingerir la píldora del día siguiente o al abortar sin que haga falta el consentimiento de sus padres, hayan de ser protegidas de la barbarie machista que quiere gozarlas vestidas de ingenuas colegialas o pujar por ellas con dinero de mentira. Como tampoco se entiende que un menor sea irresponsable penalmente pero que pueda hacer con su cuerpo –y con el de otros- lo que quiera. O que se exija autorización paterna para hacerse un pirsin o un tatuaje, pero no para abortar y tomar la píldora. Eso sí: la ministra ha conseguido que España sea nombrada en medios como Los Angeles Times.

Es por lo tanto pertinente suplicarle a la ministra que la Viagra comience a dispensarse sin demora ni dilación en cualquier farmacia o supermercado, y sin receta, claro está. Las doblegadas naturas de los machos en decadencia agradecerán con jugosos votos los desvelos de la ministra. No es justo que los machos –ancianos hipertensos incluidos- se vean privados de su constitucional derecho al orgasmo. Estábamos convencidos de que se vendía con receta por sus contraindicaciones para personas con problemas al corazón e hipertensión. A ver si va a resultar que los ancianos carecen de la sabiduría y responsabilidad que nuestros tolerantes, igualitarios y buenrollistas jóvenes derrochan a tutiplén. Pero no seamos víboras. Al final acabaremos creyendo que un médico sabe más que una ministra. No. Claro que no. Aunque sigo sin entender que se permita la píldora y se queme en la hoguera a los dueños de la discoteca que pedían colegialas para hacer caja y excitar a los niños. ¿Es que no es la píldora del día siguiente una lógica consecuencia de las falditas de colegiala?