31 de diciembre de 2010

Cruz




Nuestra zurcida Europa se hizo bajo una cruz. 

Aunque ya nadie parece acordarse de eso, Europa se hizo en nombre de una cruz. Y al decir Europa, se dice el resto de Occidente.

Occidente: un término desprestigiado en nombre del relativismo. O del multiculturalismo, ese otro término prestigiado. Como si fuera una situación nueva. Sería bueno que explicasen cuándo el mundo dejó de ser multicultural, para que se considere una novedad propia y exclusiva del siglo XX y del XXI. Quizá les suene a novedad porque nunca leyeron sobre la ingente cantidad de pueblos que formaron la vieja Europa.  

Nuestra vieja Europa la hicieron los francos en Poitiers, al frenar la expansión musulmana que ya había pasado como una exhalación por España. Ya en las crónicas que relatan la batalla se habla de "europenses" para referirse a la alianza de francos y germanos que lucharon contra los musulmanes. Puede que el cronista quisiera referirse con el gentilicio "europense" a esa alianza. O puede que quisiera marcar la diferencia entre el mundo que quedaba al norte de los Pirineos y que mantenía la herencia de Roma en cuanto al modo de luchar y las leyes, frente al Islam que se expandía. 


La vieja Europa la hicieron los españoles en las Navas de Tolosa. Se hizo en Lepanto, también. La hicieron austriacos y españoles en Viena, en 1529. Volvieron a hacerlo en 1683. Y sí son batallas. Porque el mundo es -también- fruto de batallas. Porque Europa se hizo con batallas y contra el Islam. A pesar de que la corrección política imponga el olvido. 

Aunque esta vieja Europa acomplejada comienza a olvidarse de dónde viene, Europa se hizo bajo una cruz. 

La cruz la llevaban los cruzados en Jerusalén y Hernán Cortés en Otumba

Por supuesto que la cruz generó fanatismo, autos de fe y herejes quemados. Pero generó a San Anselmo, Santo Tomás y Guillermo de Ockham. Y también nos dio a David Hume, o a Erasmo de Rotterdam. Porque entre libros, sangre y catedrales se creó aquello que un día se llamó -sin pudor ni vergüenza- Cristiandad.  

Bajo una cruz nos hicimos. Para bien y para mal. Con luces y sombras. Nos matamos por ella, pero creamos el mundo más libre. Llámese Cristiandad, Occidente, la vieja Europa o la etiqueta menos ofensiva posible que se les antoje. No es cuestión de creencias religiosas, aunque se confunda. Se puede ser cristiano y ateo.

Por esta razón, cada vez que veo una cruz, le echo una mirada cómplice y sonrío. Y me acuerdo de dónde vengo.  



15 de diciembre de 2010

The Big Bang Theory



La Teoría del Big Bang. Qué grandiosa serie. La hacen en Estados Unidos donde saben muy bien agradar al público. Escarban en nuestros gustos y nos regalan historias que nos hacen reír, que nos emocionan y que nos hacen pensar.

No nos recuerdan lo tontos que somos por no ver sus series. No tratan de educar nuestro basto paladar. No insinúan que nos falta sesera por no halagar sus infumables bodrios. No quieren convencernos de que no sabemos lo que nos gusta.

Es una serie que habla de lo más grandioso que ha sido capaz de crear el hombre: la tecnología.

La tecnología nos ha hecho más libres. Desde la primera muesca de sílex hasta una tomografía axial computerizada; desde la brújula  hasta la vacuna contra la viruela.

Nos ha hecho más libres porque solo disfrutando de comodidades proporcionadas por la tecnología pudimos tener tiempo libre para pensar. Porque solo una tribu que dispuso de un barco que le traía el grano; de un arado que socavaba la tierra; y de un acueducto que la regaba pudo emplear tiempo en divagar y abstraer.

Es una serie que nos recuerda que el hombre es la especie que, en 60 años, pasó de crear un aeroplano a mandar un astronauta a la Luna. Que el hombre ha arrasado ciudades; pero creó alcantarillas que evitaban el cólera. Que ha asesinado en masa; pero hizo catedrales y diseñó aviones.


Es una serie que nos recuerda que la civilización es comer caliente, tener higiene; ser libre y ver envejecer a tus hijos. Y no los libros, los cuadros o la lengua.


Pero quizá lo más hermoso de la serie es la canción que sirve de introducción, que es una breve pero afilada historia de nuestra zurcida y bella humanidad. Es un precioso homenaje al coraje indestructible que hizo al hombre someter su entorno; cazar un mamut; erigir un menhir; pintar en Altamira; forjar el hierro; escribir la Iliada y descubrir América.

 

11 de diciembre de 2010

El reno innecesario


Dicen que Sarah Palin ha matado un reno a disparos. Muchos se escandalizan.

Yo supe de la noticia cuando estaba comiéndome un cuarto de cochinillo en el precioso pueblo de Burgo de Osma. La camarera nos trajo el cochinillo y lo descuartizó con suma habilidad. A cucharazos. También puede usarse un plato. 36 euros un cuarto de cochinillo, más un entrante de morcilla y un platito de alubias y garbanzos con bacalao. En total fueron 62 euros prescindibles. Mientras, el telediario mostraba a Sarah Palin matando un reno. Muchas personas de mi alrededor comían cochinillo descuartizado. Mojaban pan en el caldo e hinchaban sus carrillos de viandas. Hacían incluso bromas con el rabito carbonizado del cochinillo. Un niño jugó con el rabito enroscado y calcinado.



Les pareció repugnante que Sarah Palin matase un reno a disparos. Les pareció inhumano. Lo dijeron los mismos humanos que seguían deglutiendo el cochinillo muerto. Los huesos descarnados se quedaron sobre el plato de greda y la gente aún comentaba sobre el pobre reno muerto de Sarah Palin. Pobre reno, decían.

Nadie recitó una oda al cochinillo muerto. Tampoco hubo rezos o rituales por el alma del cochinillo muerto. El cochinillo ya comenzaba a ser pasto de las enzimas, cuando las lamentaciones por el reno de Sarah Palin seguían.

Se les escapó algún regüeldo. Hubo felicitaciones por el sublime arte con que se había cocinado el cadáver del cochinillo. Hubo petición de tarjetas del restaurante a fin de volver. Se lo recomendaré a mi cuñado y a mi primo, decían.

Los huesos del cochinillo bajaron al tarro de la basura y el reno de Sarah Palin subió a los altares. Siempre ha habido clases.

Dicen que es moral matar por necesidad, pero inmoral matar por placer. Ergo, el placer no puede involucrar la muerte de un animal. Pero yo puedo vivir sin cochinillo. Ellos podrían vivir sin cochinillo. Podríamos vivir sin matar animales. Solo con pan y agua. El cochinillo es un adorno burgués innecesario. También los coches, el agua caliente y las calefacciones. Podríamos vivir sin todas esas verrugas burguesas. No parece clara la barrera que separa el consumismo de lo necesario. Yo tiendo a pensar que todo lo que consumo es porque lo necesito. No consumo piolets de alpinista, ruedas de camión, fajas, tijeras podadoras, un Velázquez o aceleradores de partículas. La socialdemocracia repite mucho el mantra del consumismo. 

Nunca he sabido bien a qué se referían con eso, porque los propios socialdemócratas consumen mucho también. Y aunque son adalides de lo público, recurren a lo privado en cuanto pueden. Y alquilan sanidad privada, contratan pensiones privadas y mandan a sus hijos a colegios privados. Como el señor José Montilla que promovió la inmersión lingüística en catalán pero luego mandaba a sus hijas a un liceo alemán donde solo estudiaban una hora de catalán. Pero nunca dirán que su consumo es en demasía. El consumismo es siempre de otros. 

El consumismo y matar por placer señalan placeres innecesarios. Dicen que quien hace sufrir a un animal es otro animal. Por eso dicen no a los toros. El toro sufre y es mejor extinguirlo a que sufra.

O es un asunto visual. Parece que es la visión del animal muerto lo que acongoja. Es el rifle y su ruido. Como si casi percibiéramos el olor a pólvora. Y el animal que cae desangrándose con un último hálito de vida. 

La muerte ha de ser circunscrita a lugares habilitados. Los mataderos. Yo no habría sido capaz de matar el cochinillo que me comí. Seguro que ninguno de los restantes. Se nos ha roto el vínculo occidental que nos unía con quienes mataban para comer el cadáver aún caliente. Por lo tanto, parece que es un asunto de pudor. Quiero muerte en mi plato, pero no quiero matarla yo. Y si se mata por placer está mal. Los masai se beben la sangre caliente de sus animales. Y viven muchos años.




Los animales matan solamente por hambre. Eso reza el mantra ecologista. Pero no es cierto. También matan por causas que los etólogos se afanan en descubrir. Los chimpancés van a la guerra. Y luego se les quieren dar derechos humanos con el Proyecto Gran Simio. No parece muy lógico darles derechos humanos. Ya que los simios no son humanos y no tienen deberes ni responsabilidades. Un simio no puede ir a la cárcel por matar. Aunque, si admitimos que van a la guerra, podríamos admitir que la guerra los humaniza y que deberían tener derechos humanos o simiescos.

Un león ingrato mató a la naturalista que tanto hizo por defender a los leones. A pesar de la humanización de los animales, los animales matan. Y muchos animales matan a sus crías, solamente para evitar la competencia. Es decir: se prueba que los animales matan y no solamente por hambre.

Parece que el rechazo también proviene del dolor de los animales. El humano siente empatía –se conmueve ante sentimientos ajenos- y cree que el reno o el toro son criaturas débiles maltratadas por la maldad humana. Y que sienten dolor.

El dolor se ha convertido en asunto moral. El dolor es una respuesta física a una posible amenaza. Yo quito la mano del fuego porque siento dolor. El dolor me avisa. Pero si me anestesian, no sentiré dolor. Si estoy civilizado, también quitaré la mano. No queda claro si los animales sienten dolor. El toro vuelve y embiste a pesar del puyazo del picador. Dirán que el instinto vence su dolor. O quizá el toro no percibe el mundo como nosotros y considera que la vida es ser toro. Y el toro embiste.



Parece que el dolor no nos quita la condición de humanos. Quienes están en contra de la pena de muerte no consideran que anestesiar al condenado antes de matarlo sea bastante. Y si me cortan un miembro, sigo sintiendo dolor aunque no lo tenga. Es lo que se llama el miembro fantasma. Esto lo ha estudiado el neurólogo Ramachandran, quien también dice que muchos animales no sienten dolor. O no sienten dolor humano.

Si el dolor es la causa básica, bastaría con anestesiar al reno y al toro para que su caza y su lidia fueran aceptables. Podríamos tener lidia con toros intervenidos neurológicamente. Y un reno instruido en que morirá igual, aunque no lo mate Sarah Palin.

Parece que lo obsceno es la retransmisión de la muerte. Que un comentarista narre la muerte, como si narrase un partido de fútbol. Que se contemple la muerte y que haya quien disfrute con ello. Parece que la raíz es que hay humanos que se llenan de cólera cuando ven a otros humanos no escandalizarse con la lidia o la caza. Porque lo natural es conmoverse con el sufrimiento del animal que no ha sido muerto en el lugar circunscrito. El matadero. Lo normal y natural. Igual de natural y normal que creer en Dios en el siglo XVI.  


8 de diciembre de 2010

Wikileaks


El sitio web Wikileaks ha dado a conocer gran cantidad de documentos. Lo cual ha sido acogido con gran alborozo por el periodismo socialdemócrata que los ha publicado.

Hay ciertos aspectos que deberían hacer pensar al periodista.

Los documentos de Wikileaks son el triunfo de la descontextualización: se publica el documento 002; pero nada se dice del documento 001 y del 003. Quizá el documento 001 y el 003 refuten o maticen lo que dice el documento 002. Pero el periodismo elige obviar ese agravante y se contenta con darle crédito a la descontextualización.

Los documentos de Wikileaks son un gol en la escuadra del periodismo porque no pasan filtro, ni juicio crítico. El mismo periodista que verifica y contrasta los datos y las fuentes, cuando se trata de una noticia de las llamadas normales, acoge, rebota y acepta como ciertos sin discusión los documentos de Wikileaks.

Un hecho no se convierte en cierto solamente porque venga con la etiqueta de secreto. Lo secreto también puede ser falso. Puede haber motivaciones mezquinas que distorsionen y falseen el hecho. No es lo mismo lo verosímil -lo que tiene aspectos de ser cierto- que lo veraz -lo cierto-. 

Se ha dicho que Julian Assange tiene acusaciones de acoso sexual. Si así fuera, eso no invalidaría la veracidad de los documentos que publica. Un canalla puede decir la verdad. El caso del GAL se construyó sobre declaraciones de un canalla: el subcomisario Amedo.

Pero tampoco hay que incurrir en el error opuesto: afirmar que se persigue a Julian Assange por sus filtraciones. Como si Julian Assange fuera un mártir cristiano perseguido por revelar la verdad. A la socialdemocracia le gusta presentar a sus héroes como mártires cristianos. Aunque sigue presumiendo de su laicismo, la socialdemocracia recurre a la simbología cristiana para que sus héroes se libren de la justicia de los hombres.

Cuestión similar aconteció cuando el exdirector de Greenpeace en España, Juan López de Ugalde, fue detenido en Dinamarca por entrar sin acreditación en una reunión en la que había jefes de Estado. El propio Juan López de Ugalde se definió como preso político. Esto es un craso error. En las democracias no hay presos políticos. Solo personas que transgreden las leyes existentes. No se le detuvo por su ideología, sino por querer entrar a una reunión de jefes de Estado sin acreditación.



Pero el señor López de Ugalde incurre en el error de creer que sus acciones y sus fines están más allá de la justicia de los hombres. La socialdemocracia está convencida de que sus fines son tan altos que escapan a la comprensión y la justicia humana. La socialdemocracia presenta, una y otra vez, rasgos religiosos. Al igual que Dios, sus acciones no están hechas para ser comprendidas por el hombre. Son mártires casi cristianos. Como el martirio de San Felipe que pintó Ribera.  



De todos modos, hay mucho ruido y pocas nueces en los documentos de Wikileaks. Que si Berlusconi se va de fiesta; que si Gadafi usa bótox. Menudos noticiones para la política internacional.

Hay libros como “Por tierra, mar y aire” de Robert  Kaplan que hablan de asuntos más jugosos que los documentos de Wikileaks. Que hablan de submarinos estadounidenses disparando torpedos a submarinos chinos en estos días de hoy en que, supuestamente, no hay guerra.

Siempre es más fácil leer un titular de prensa que un libro de 640 páginas. O quizá sea el amor por el chisme. Quizá nos llame más la atención el cotilleo filtrado; la hablilla que se cuela. La murmuración sigilosa.

Lo preocupante es el amor del periodismo por el cotilleo sin filtrar.


La razón principal de la existencia de Wikileaks es el antiamericanismo. Nada que objetar. Pero también quisiéramos saber los secretos de Cuba, Rusia o China. Que seguro que son bien jugosos.